AUTOIMAGEN
Tal vez hayas visto una imagen de un gato que se mira en el espejo y se ve a sí mismo como un león aparece en diferentes sitios web que promueven actividades relacionadas con la autoestima.
Pero cualquier relación de amor, incluida la que tenemos con nosotros mismos, se debilita si está basada en fantasías. Cuando lo que nos gusta de alguien es algo irreal o ilusorio, tarde o temprano tendremos un desengaño.
El gato de la imagen bien podría mirarse en el espejo y verse tal como realmente es y aún así sentirse hermoso, perfecto y feliz.
Pero es cierto que las personas con un bajo nivel de autoestima deben revisar la imagen que tienen de sí mismas, porque normalmente esa autoimagen está distorsionada y suele mostrar rasgos que en general son perfectamente normales, pero que aparecen exagerados como si se tratara de defectos inaceptables.
La idea es que podamos vernos tal como somos… y aún así aceptarnos y querernos incondicionalmente.
Todos podemos hacer una lista de las cosas que nos gustaría tener y no tenemos… y tal vez nunca podamos alcanzar. Pueden ser rasgos o cualidades personales o quizás tener que ver con nuestra realidad “exterior”, relacionadas con nuestro trabajo, nuestros ingresos, nuestras relaciones, etc.
Pero hay diferentes maneras de desear. Tenemos muchos deseos que pueden cumplirse o no, sin que esto nos afecte profundamente. Pero cuando sentimos que nuestra felicidad depende de alcanzar determinadas metas, cuando sentimos que nuestra felicidad exige que se cumplan primero determinadas condiciones, entonces estamos en problemas.
Es que la verdadera felicidad es un estado interno que no tiene que ver con posesiones ni relaciones ni rasgos personales. Es un estado de plenitud que tiene lugar en nuestro interior y que en muy gran medida es independiente de nuestras circunstancias y de nuestras cualidades.
Algunas pistas interesantes que confirman esta proposición:
Si la felicidad depende de “algo” (ese “algo” puede ser cualquier cosa), entonces nos sentiremos infelices si no lo conseguimos o profundamente inseguros si lo tenemos porque lo podemos perder.
Muchas personas que creen “tenerlo todo” (dinero, juventud, belleza, etc.) no son felices, viven con miedos, culpas o en depresión, etc.
A veces conseguimos algo que habíamos anhelado durante mucho tiempo, que era realmente importante para nosotros pero, ¿cuánto duró nuestra “felicidad”? Seguramente sólo un tiempo limitado.
Todos conocemos a alguien que parece conservar la alegría y el optimismo aún en circunstancias muy desfavorables.
Los niños y nuestras mascotas parecen conocer un milagroso secreto para estar contentos en casi cualquier circunstancia. Y si alguien argumenta que se debe simplemente a que ellos no piensan ni razonan como una persona adulta, entonces habrá que reflexionar acerca de si no será hora de dejar de pensar y de razonar tanto.
Casi sin excepciones cada momento encierra elementos maravillosos de los que podemos disfrutar… aunque sólo sea durante los breves instantes en que seamos capaces de sostener nuestra atención y apreciar lo bueno a nuestro alrededor.
En la medida que aprendamos a regalarnos el placer de disfrutar de quiénes somos y de las cosas que sí tenemos, seguramente que aprenderemos a valorarnos y a querernos tal como somos, en la comprensión de que no importa que no podamos cambiar muchas cosas de nosotros mismos o de nuestra realidad, porque aún así somos perfectamente capaces de ser felices, es decir, de vivir con alegría, plenitud y paz. Axel Piskulic
martes, 8 de mayo de 2012
viernes, 4 de mayo de 2012
Disfruta de la fuerza y belleza de tu juventud. Aunque nunca la entenderás hasta que no se haya marchitado. Créeme, dentro de veinte años, cuando veas tus fotos, comprenderás de una forma que no puedes comprender ahora, cuántas posibilidades tenías ante ti y lo guapo que eras en realidad. No estás tan gordo como imaginas. No te preocupes por el futuro ó preocúpate sabiendo que hacerlo es como tratar de resolver una ecuación de álgebra masticando chicle. Lo que sí es cierto es que los problemas que realmente tienen importancia en la vida son aquellos que nunca pasaron por tu mente, de ésos que te sorprenden a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera.
Todos los días haz algo a lo que temas. Canta. No juegues con los sentimientos de los demás y no toleres que la gente juegue con los tuyos. Relájate. No pierdas el tiempo sintiendo celos, a veces se gana y a veces se pierde. La competencia es larga y, al final, sólo compites contigo mismo. Recuerda los elogios que recibas, olvida los insultos (pero si consigues hacerlo, dime cómo hacerlo). Guarda tus cartas de amor y tira lo que no te sirva. Estírate. No te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres de la vida. Las personas más interesantes que he conocido no sabían qué hacer con su vida a los veintidós años. Y algunas de las personas que conozco tampoco lo sabían a los cuarenta.
Toma calcio, cuida tus rodillas, sentirás la falta que te hacen cuando te fallen. Quizá te cases, quizá no. Quizá tengas hijos, quizá no. Quizá te divorcies a los cuarenta, quizá no. Quizá bailes el vals en tu cincuenta aniversario de bodas. Hagas lo que hagas no te enorgullezcas ni te critiques demasiado. Harás una cosa u otra, como todos los demás. Disfruta de tu cuerpo. Aprovéchalo de todas las formas que puedas. No tengas miedo ni te preocupes por lo que piensen los demás porque es el mejor instrumento que jamás tendrás. Baila, aunque tengas que hacerlo en el salón de tu casa. Lee las instrucciones aunque no las sigas. No leas revistas de belleza pues para lo único que sirven es para hacerte sentir feo.
Aprende a entender a tus padres, será tarde cuando ellos ya no estén. Llévate bien con tus hermanos, son el mejor vínculo con tu pasado y, probablemente, serán los que te acompañen en el futuro. Entiende que los amigos vienen y se van pero hay un puñado de ellos que debes conservar con mucho cariño. Esfuérzate por no desvincularte de algunos lugares y costumbres porque, cuando pase el tiempo, más los necesitarás. Vive en una ciudad alguna vez pero múdate antes de que te endurezcas. Vive en un pueblo alguna vez pero múdate antes de que te ablandes. Viaja. Acepta algunas verdades ineludibles: los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán y tú también envejecerás. Y, cuando seas viejo, añorarás los tiempos en que eras joven: los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los niños respetaban a los mayores. Respeta a los mayores. No esperes que nadie te mantenga pues tal vez recibas una herencia o, tal vez te cases con alguien rico pero, nunca sabrás cuánto durará. No te hagas demasiadas cosas en el pelo porque cuando tengas cuarenta años parecerá el de alguien de ochenta y cinco.
Sé cauto con los consejos que recibes y ten paciencia con quienes te los dan. Los consejos son una forma de sacar el pasado el cesto de la basura para limpiarlo, ocultar las partes feas y reciclarlo dándole más valor del que tiene. (Autora: María Schmidt)
Todos los días haz algo a lo que temas. Canta. No juegues con los sentimientos de los demás y no toleres que la gente juegue con los tuyos. Relájate. No pierdas el tiempo sintiendo celos, a veces se gana y a veces se pierde. La competencia es larga y, al final, sólo compites contigo mismo. Recuerda los elogios que recibas, olvida los insultos (pero si consigues hacerlo, dime cómo hacerlo). Guarda tus cartas de amor y tira lo que no te sirva. Estírate. No te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres de la vida. Las personas más interesantes que he conocido no sabían qué hacer con su vida a los veintidós años. Y algunas de las personas que conozco tampoco lo sabían a los cuarenta.
Toma calcio, cuida tus rodillas, sentirás la falta que te hacen cuando te fallen. Quizá te cases, quizá no. Quizá tengas hijos, quizá no. Quizá te divorcies a los cuarenta, quizá no. Quizá bailes el vals en tu cincuenta aniversario de bodas. Hagas lo que hagas no te enorgullezcas ni te critiques demasiado. Harás una cosa u otra, como todos los demás. Disfruta de tu cuerpo. Aprovéchalo de todas las formas que puedas. No tengas miedo ni te preocupes por lo que piensen los demás porque es el mejor instrumento que jamás tendrás. Baila, aunque tengas que hacerlo en el salón de tu casa. Lee las instrucciones aunque no las sigas. No leas revistas de belleza pues para lo único que sirven es para hacerte sentir feo.
Aprende a entender a tus padres, será tarde cuando ellos ya no estén. Llévate bien con tus hermanos, son el mejor vínculo con tu pasado y, probablemente, serán los que te acompañen en el futuro. Entiende que los amigos vienen y se van pero hay un puñado de ellos que debes conservar con mucho cariño. Esfuérzate por no desvincularte de algunos lugares y costumbres porque, cuando pase el tiempo, más los necesitarás. Vive en una ciudad alguna vez pero múdate antes de que te endurezcas. Vive en un pueblo alguna vez pero múdate antes de que te ablandes. Viaja. Acepta algunas verdades ineludibles: los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán y tú también envejecerás. Y, cuando seas viejo, añorarás los tiempos en que eras joven: los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los niños respetaban a los mayores. Respeta a los mayores. No esperes que nadie te mantenga pues tal vez recibas una herencia o, tal vez te cases con alguien rico pero, nunca sabrás cuánto durará. No te hagas demasiadas cosas en el pelo porque cuando tengas cuarenta años parecerá el de alguien de ochenta y cinco.
Sé cauto con los consejos que recibes y ten paciencia con quienes te los dan. Los consejos son una forma de sacar el pasado el cesto de la basura para limpiarlo, ocultar las partes feas y reciclarlo dándole más valor del que tiene. (Autora: María Schmidt)
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